En las últimas semanas se ha hablado mucho acerca de los posibles efectos adversos de las vacunas administradas contra el SARS-CoV-2 pero hay otras patologías que pueden producir trombos. Hoy hablaremos de la relación entre alimentación y trombos. 

Se ha puesto el acento en la Trombosis Venosa Profunda (TVP), un proceso patológico en el que se forma un coágulo dentro de un vaso sanguíneo. A este coágulo se le suman las plaquetas, que son las células de la sangre encargadas de la coagulación, por tanto, se llega a producir una oclusión total o parcial en el interior del vaso sanguíneo imposibilitando el paso de la sangre. Esta situación es grave porque al no permitir un adecuado riego sanguíneo se produce la isquemia (falta de oxígeno) y posterior muerte de los tejidos.

Este mecanismo esta presente en las patologías del sistema cardiovascular, responsables de 300.000 muertes al año y que en nuestro país representan la primera causa de muerte y hospitalización.

Alimentación y trombos

Como podemos comprender, los trombos y las afecciones cardiovasculares anteceden al Covid-19; y es justamente esta pandemia la que puede hacernos reflexionar más acerca de qué podemos hacer para prevenirlos. Hablemos sobre la relación entre la alimentación y la aparición de trombos.

Los hábitos dietéticos influyen en la aparición y evolución de las enfermedades cardiovasculares debido a su efecto sobre los factores de riesgo asociados (síndrome metabólico, obesidad, colesterol elevado, diabetes); y también actuando como factor independiente.

Si tenemos que centrar la atención en los nutrientes que mayor impacto puedan tener en este tipo de patología, destacaría:

Grasas:

La calidad de las grasas de la dieta es de suma importancia. Reducir los ácidos grasos saturados y reemplazarlos por ácidos grasos insaturados reduce el colesterol sanguíneo y por tanto, el riesgo cardiovascular.

• Si se sustituye un 1% de la energía aportada por los ácidos grasos saturados (grasas animales) por ácidos grasos poliinsaturados (frutos secos, aceites, semillas, pescados) se reduce un 2-3% el riesgo de enfermedad coronaria.

• Limitar la ingesta de grasas saturadas a un máximo del 10% de la energía consumida.

• Los ácidos grasos monoinsaturados (aguacate, nueces, almendras, aceite de oliva, aceite de canola) y los poliinsaturados (pescados azules, semillas de girasol, aceite de maíz, aceite de soja) tienen efectos beneficiosos en la salud cardiovascular.

• Las grasas trans están presenten en pequeña cantidad en la leche, pero en mayores cantidades en productos procesados (platos precocinados: croquetas, canelones, pizzas; patatas fritas, helados, galletas, bollería industrial, tartas, pasteles), no deben superar el 1% de las grasas que consumimos en el día

 Colesterol:

• El consumo máximo recomendado de colesterol al día es 300mg.

• Para no superar estas cantidades debe controlarse la ingesta de mariscos, quesos, yema de huevo, mantequilla, nata, embutidos, etc

Sodio y potasio:

• La ingesta elevada de sodio incrementa los valores de tensión arterial. La ingesta máxima de sal recomendada es de 5 g/día, actualmente en España el consumo real duplica esta recomendación.

• El potasio contenido en frutas, verduras, hortalizas, legumbres, frutos secos reduce los valores de tensión arterial; es por este motivo que se recomienda incrementar la ingesta de estos alimentos.

Vitaminas:

• Las vitaminas A y E tienen acción antioxidante y por este motivo se relacionan con un menor riesgo de patología cardiovascular.

• Las vitaminas B6, B12 y el ácido fólico se asocian con menores niveles de homocisteína, factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares.

• El déficit de vitamina D también se ha asociado con una mayor prevalencia de estas patologías.

Fibra:

• Un adecuado aporte de fibra dietética reduce los niveles de glucemia postprandial y los niveles de colesterol sanguíneos.

• Consumir variedad de alimentos integrales, legumbres, frutos secos, frutas, verduras y hortalizas es la manera de cubrir la ingesta recomendada de fibra que es de 30-45g/día.