Aun conociendo que la fórmula efectiva para la pérdida de grasa corporal es seguir unas pautas adecuadas de alimentación y estar activos físicamente, nos dejamos engañar por promesas tentadoras que nos garantizan resultados inmediatos y sin esfuerzo. ¿Por qué, si todos sabemos lo que tenemos que hacer para bajar de peso, no lo hacemos?

No lo hacemos porque…

1. Falla el compromiso con uno mismo

Cuando surgen nuevas necesidades, el perder peso pasa a segundo plano. No se está dispuesto a pagar ese precio; es decir; analizando la situación y haciendo un balance coste-beneficio, no nos compensa (tiempo, esfuerzo, motivación, dedicación).

En tal caso nuestro discurso hacia nosotros mismo debe ser el “voy a postergarlo en este momento” y no caer en el “no puedo hacerlo”, “nunca lo conseguiré”.

Esto nos implica en nuestra vida, ser responsable de la decisión que tomo: postergar dejar de hacer o hacer.

2. Impaciencia

La inmediatez que, a día de hoy tenemos en las comunicaciones o en obtener cosas materiales con tan solo un click, no se puede trasladar a la biología o a la naturaleza, que tienen sus propios ritmos. Y si reflexionamos, nos daremos cuenta de que somos biología y somos naturaleza. La impaciencia trunca muchos proyectos haciéndolos inviables. Así como entendemos que un embarazo se lleva a cabo en 9 meses (pueden ser 7 u 8 meses, pero no menos) los cambios en las conductas y hábitos requieren de esfuerzo, perseverancia y… paciencia; esto no ha cambiado.

3. Soberbia

Si no puedo solo, reconocerlo es el primer paso para avanzar. Debe entenderse que hay herramientas que pueden facilitarme el camino, es diferente si me acompaña alguien que puede guiarme e indicarme otras opciones, otras maneras de enfrentarme al problema. Saber pedir ayuda es un acto de humildad porque no somos expertos en todo.

 4. Estrés

Para quienes no pueden separar los problemas de la comida, el estrés es un disparador. Como personas, somos una unidad si una de nuestras partes se ve afectada repercutirá en el resto. Una mente estresada no podrá enfocarse en el cambio de conductas necesarias para mejorar la alimentación.

Para muchos incluso, el comer es el momento de alivio a sus problemas o en donde me olvido por un rato de lo que me afecta. Dejar de utilizar la comida para calmarnos requiere de un cambio de conducta que no se logra de la noche a la mañana.

5. Exceso de confianza y permisividad

Es muy habitual observar en personas que llevan tiempo con el tratamiento nutricional, con un progreso adecuado; que en un determinado momento son bastante permisivos, se crecen en la adversidad y se relajan en los logros.

Festejar por los logros alcanzados es importante pero siempre con moderación. Aunque se haya perdido mucho peso, la obesidad es una enfermedad crónica que estará al acecho toda la vida…. nunca debe bajarse la guardia.

6. Pensamiento catastrófico

Cómo voy a pedir un refresco light o zero cuando todos mis amigos están bebiendo cerveza”. Pobre de mi si solo puedo comer verduras y pollo en la barbacoa del cumpleaños de mi primo”. Entonces no salgo mas porque sino no puedo seguir con la dieta”.

Esto no es así, ningún tratamiento efectivo se basa en la prohibición, pero si en la moderación, esto hace posible que pueda mantenerse en el tiempo y que sea totalmente compatible con una vida social plena.

Si tenemos una planificación es posible permitirnos disfrutar de comidas y bebidas que nos gustan… con moderación. No es el todo o nada. No caigas en los mismos errores que te condujeron hasta este punto.

Pensar en positivo y hacer…

1. Hacer y equivocarse

Se aprende tanto en el hacer, que errar es lo de menos. Lo importante es moverse desde el lugar en el que estamos, hoy, empezar ahora. Esperar el lunes para comenzar a cuidarme… o esperar que pase el verano para empezar con las caminatas, ¿por qué?…

Quizás porque si hacemos un ejercicio de sinceridad con nosotros mismos, nos damos cuenta de que no estamos dispuestos a sacrificar nada ni a hacer ningún esfuerzo. Por tanto, ser consecuentes con lo que decidimos y no frustrarnos por ello.

2. Arriesgar

Muy pocas cosas en la vida tienen una certeza absoluta por tanto estar dispuesto a arriesgar y correr riesgos es algo que hacemos cada día.

Evitar enfrentarse a las situaciones y cargarlas a nuestras espaldas hasta que se den las mejores condiciones posibles para llevarlas a cabo… es autoengañarse.

 Probar, arriesgar, no tener miedo al error, porque por encima de todo… tienes la VOLUNTAD.

Con esto no quiero decir que el camino sea sencillo, en el exceso de grasa corporal hay mecanismos fisiológicos que debemos contrarrestar, de alguna manera “engañar” al organismo para poder revertir la situación. Por decirlo de una manera muy simple, el cuerpo se resiste a perder sus reservas de grasa, pero hay muchas estrategias para engañarlo y conseguir un peso cómodo y sano.

La oración que emplea Alcohólicos Anónimos (A.A.) dice en una parte:

«Señor, concédeme la serenidad para aceptar aquello que no puedo cambiar,
voluntad para cambiar aquello que puedo
y sabiduría para reconocer la diferencia.«