Corría el mes de noviembre de 2020 cuando recibí la cruel noticia.

Unos meses antes, en julio del mismo año, decidí dejar de fumar. Al momento de escribir estas lineas parece que fue un éxito ya que no he vuelto a tocar un cigarrillo desde entonces. Ahora bien, ahí comencé a experimentar una de las consecuencias que dicen sufrir los que consiguen dejarlo. Engordé 12 kilos sobre mi peso habitual, ya de por si abultado.

En esos momentos no le das la importancia que tiene, ya que todo se centra en el subidón de llevar “X” semanas sin fumar un solo cigarro. La victoria conseguida ante el tabaco hace que te permitas todo a modo de premio y a mi me dio por comer. No me privaba de nada.

Fue en ese mes de noviembre cuando tras una analítica rutinaria, mi médico de atención primaria me comunica que mis 130 kilos han desembocado en; diabetes tipo 2, hipertrigliceridemia e hígado graso. Todo esto unido a la hipertensión arterial que ya arrastraba desde hacia años y para la cual me medico a diario, y a mi absoluto sedentarismo, hacía que mi riesgo de tener un accidente cardiovascular estuviese por las nubes. Vamos, que era carne de infarto. Por el lado positivo ya me había quitado el tabaco lo cual no deja de ser importante. Tenia que bajar de peso como fuera, esa fue la premisa de mi doctor.

Tras unos días de lidiar con esta información, empece a documentarme acerca de la perdida de peso. Tenia que conseguirlo como fuera. Empiezas entonces a buscar la vía rápida que suele ser lo mas fácil. Leí mucho acerca de dietas milagro y milagros de dieta pero sinceramente nada me convencía por que nada me parecía creíble. Llegué a la conclusión de que si en 44 años no había hecho nada por mi mismo para controlar el peso y tener una vida un poco mas “sana” , sólo tampoco lo iba a conseguir. Así que decidí buscar ayuda y es así como di con María Carmen.

Me presenté en su consulta el día concertado con mis 130 kilos y los resultados de mi analítica debajo del brazo. En esa primera toma de contacto María Carmen me sometió a un pormenorizado cuestionario acerca de mis gustos con la comida y mis hábitos de vida en general; cuantas comidas haces al día, a qué horas sueles comer… Me comentó que estaría bien hacer algo de ejercicio y sin que ella me dijera mas, yo me comprometí a caminar veinte mil pasos al día. No se que me empujó a decirle esa cifra pero ahí me quedé, tan agusto. Mas adelante me daría cuenta del farol que me había tirado a mi mismo, pero en ese momento María Carmen me contestó:

– ¡Ah estupendo!

Me pidió que todos los lunes le enviara las lecturas de mi báscula inteligente (que ya había comprado hace tiempo y tenia en casa cogiendo polvo) y los pasos realizados durante la semana. Y me explicó que a través de una App en mi smartphone, me enviaría un plan dietético con un menú semanal. Quedamos en volver a vernos en 3 semanas y me dijo que ante cualquier duda pregunta o inquietud acerca de la aplicación o del plan, la tendría disponible en su Whatsapp.

Un par de días después recibí un correo electrónico con las instrucciones para descargar la app y el primer plan con mi menú correspondiente. El plan en si consistía en unas sencillas pautas acerca de cómo cocinar los platos, que debía evitar a toda costa, que debía hacer ante un ataque de hambre repentino, que debía beber y que no… Cosa fácil. El menú muy bien estructurado por comidas y por días. Lo que me sorprendió gratamente es que en él había realmente de todo en cuanto a variedad y ademas, si algún plato no me convencía podía cambiarlo por otro entre muchísimas opciones que brindaba la misma App. Si todo esto fuera poco, una vez definido el menú que mas te cuadraba entre todas las opciones disponibles, la aplicación te genera la lista de la compra con todo lo que debías comprar para la elaboración del menú completo.

Manos a la obra.

En esa primera semana la verdad es que con la comida no tuve ningún problema. Los platos del menú eran elaboraciones sencillas y ademas yo siempre fui un poco cocinillas así que en ese sentido dificultad cero.

Con las caminatas y mi compromiso de los 20.000 pasos diarios la historia fue diferente. El primer día que me dispuse a caminar me di cuenta que me había pasado tres pueblos. Creo recordar que llegue a casa derrengado y al día siguiente no pude salir por las agujetas que me salieron. Y eso que era solo caminar. Realmente estaba hecho polvo en cuanto a forma física. Decidí pues hacérselo saber a María Carmen que me confesó que a ella también le parecieron muchos pasos, pero como lo decidí yo, no me dijo nada. Quedamos en que caminaría lo que pudiera en función de mi forma física pero tendiendo en cuenta que algo había que caminar todas las semanas.

Llegamos así al primer Lunes de control, tal y como habíamos acordado, le envié mis datos de pasos y de peso. Finalmente creo recordar haber hecho una media de 10.000 pasos diarios con lo que contaba que la báscula me daría una alegría. Así fue, creo que en esa primera semana bajé casi unos 3 kilos. Ya había leído por ahí en alguna web que cuando tienes mucho sobrepeso, las perdidas a la hora de hacer dieta y ejercicio pueden ser muy grandes al principio. Subidón de motivación y a por la siguiente semana.

Llegamos así a mi segunda visita a la consulta de María Carmen. En ella incidimos en si había echado de menos alguna comida en concreto durante esas tres semanas y creo recordar que le dije que echaba de menos el queso (siempre fui muy quesero). Acordamos pues que me incluiría queso en el siguiente plan dietético. Tuvimos una charla supercordial acerca de como me había sentido desde la primera consulta, si me había costado mas o menos lo de salir a andar.

Poco a poco se fue generando en mi cabeza una rutina respecto a las comidas, las caminatas y el envío de datos a María Carmen. No nos engañemos, los primeros días lo de salir a caminar era un autentico suplicio, pero tuve la suerte de que semana tras semana a la hora de pesarme, la báscula me daba mi trofeo a la constancia en forma de bajada de peso. Cuando llegaba el viernes, la última cosa que me apetecía era calzarme las deportivas y bajar a la calle a andar pero una vez vencida la pereza y ya en la calle no tenia problema en caminar unos pasitos mas. Llegaba el lunes, me subía a la báscula y ¡Olé! Eso hacia que recargara las pilas para encarar la semana que empezaba y otra vez a caminar.

Según pasaban los días y las semanas la verdad es que me iba encontrando cada vez mejor. Cuando perdí los primeros 6 kilos, un amigo me hizo el siguiente comentario. “Piensa en cuando vas al supermercado a comprar naranjas. Las naranjas vienen en una malla de 6 kilos. Piensa en el camino del supermercado a tu casa cargando con la malla de naranjas. ¿A que algo cuesta? Pues eso es lo que te has quitado” Parece una tontería pero nunca lo había visto así y la verdad me hizo gracia. No se me olvidará.

Dicen que para convertir una acción en un hábito, tienes que repetirla durante 21 días. No se si serán 21 días exactamente, pero si que es verdad que llega un momento en el que tu cerebro pasa de encarar las caminatas con un. “Buf ¿Y ahora tengo que salir a andar?” a hacerlo con un “Eh! Ponte las zapatillas que toca caminata”.

Según pasaba el tiempo todo iba a mejor. No solo era la bajada de peso, era encontrarse mejor en general. Un día te dabas cuenta de que tu ritmo al caminar al ir al trabajo o a comprar el pan es mucho mas “alegre”. Otro día te sorprendes a ti mismo subiendo y bajando escaleras al trote después de años sin hacerlo. Mientras no me saltase las directrices del plan dietético y el menú semanal, y acudiese regularmente a mi cita con las caminatas, sabia que el lunes la báscula me daría la motivación necesaria para tirar otra semana mas. Y así vas cumpliendo metas.

Con la comida nunca tuve sensación de hambre ni eche en falta nada. María Carmen siempre me dijo que podía comer de todo en su justa medida y si hacia de menos algún plato en concreto ella me lo incluía en el siguiente plan que me enviaba. Recuerdo como ejemplo de esto mi obsesión con el sushi.

No se me olvidará nunca el día en que con una grandísima alegría recibí los resultados de una analítica de control pasados unos 4 meses después de mi primera visita a la consulta. Los valores de glucosa, triglicéridos y el marcador que indica que tienes el hígado graso, volvían a estar dentro de la normalidad. Se me saltaban las lágrimas de la emoción.

En una de las citas presenciales con María Carmen, me planteó que cual era el peso mas bajo que yo recordaba en mi etapa adulta. Este era unos 108 kilos que conseguí haría unos pocos años por circunstancias diversas. Puesto de trabajo mas activo, incidencias familiares varias, etc. Confesé que sinceramente veía esos kilos como una barrera por que creía francamente difícil bajar mas de ahí. Sin prisa pero sin pausa, llegué también a romper esa barrera psicológica de los 108. Imparable.

Cabe comentar también, que una de las mejores fuentes de motivación para seguir adelante son los comentarios de amigos y conocidos cuando te ven después de algún tiempo sin haberte visto. Jamás me cansaré de ver las caras que ponen y que te regalen los oídos con frases como “¡Que delgado estas!”; “!Te has quitado años de encima!” o la que mas me gusta escuchar “¡Pareces otra persona!” Y es que realmente eres otra persona. No es solo el peso, es todo. Es como te sientes, lo ágil que estas, la actitud ante la vida. Pasas de ser una persona cansada y sendentaría a ser otra enérgica y activa. No es solo el cambio físico, hay también un cambio mental que desde aquí recomendaría a todo el que lo necesite.

Y así, y ya con otras barreras rotas como la de los 100 kilos, me pongo a escribir estas lineas. Con tanto que agradecer a María Carmen que siempre ha estado ahí, apoyándome en todo momento en este proceso de metamorfosis. Con profesionalidad, amabilidad y diría que hasta cariño. Con todo el camino recorrido y lo que aún me queda por recorrer. Solo puedo decir. Gracias. Mil gracias. Mil millones de gracias.